Violencia es mentir

Violencia es mentir

Violencia es mentir

Durente la semana vivimos la ausencia política, donde el humo nos tapo el rostro. Alán Gomez Tutau reflexiona sobre la intolerancia y necesidad que atraviesa la juventud, mientras que Vir Blanco nos regala un poema para pensarnos y sentirnos frente a esta dificultad.

Quisiera subir al cielo

ponerle gatillo a la luna

y, desde allí fusilar al mundo

para que esto cambie de una vez. 

Raúl Gonzalez Tuñón.

Poeta argentino, en su obra describía los años 60 y 70, en el preludio de la etapa más trágica de nuestro país. 

A veces cuando intercambio opiniones con gente más grande aparece el rol de la historia, ausente en mi, en relación a mi juventud. 

De ninguna manera es particular, como muchas veces quieren instalar desde una retórica altruista, señalando que el problema es “individual”.

Hace poco en Difundo, frente a las toma de colegios en Buenos Aires publicamos el recorte de una entrevista de televisión donde una joven intentaba explicarle al periodista los motivos del reclamo. Pero no solo qué no pudo, por las constantes instigaciones, si no que le tuvo que pedir “por favor” que la escuchara. 

Con el mismo tenor, días atrás, el periodista Bruno Ballesteros violentó a su compañera de trabajo amenazándola con tirarle el celular, exigiendo que se callara, en un motín de gestos que realmente transmitían temor. Al principio del video se lo escucha a él diciendo: “hay mucha gente, más que nada de tu edad que son extremistas”, luego vulgariza la violencia y acto seguido la realiza. 

Pensemos en conjunto.

El filósofo italiano Giorgio Agamben piensa este siglo como un “hombre sin contenido”, sin “rostro” : “Ciertamente todos los seres vivos se muestran y se comunican entre sí, pero sólo el hombre hace del rostro el lugar de su reconocimiento y su verdad, el hombre es el animal que reconoce su rostro en el espejo y se refleja y reconoce en el rostro del otro. El rostro es, en este sentido, tanto la semejanza, como el estar juntos de los hombres. Un hombre sin rostro está necesariamente solo. Por eso la cara es el lugar de la política.” 

También Darío Z. en un entrevista con Fontevecchia hace referencia al estado de la política actual, pensando en el filósofo italiano, en relación a la construcción de la identidad diciendo que “es justamente en la diferencia más cercana donde se provoca el primer conflicto. 

El gran ausente de la política moderna es el otro. La política se sigue pensando como expansión de lo propio y nunca como apertura a lo otro.” 

Nuestro psicoanalista argentino Jorge Alemán, adhiere a esta línea teórica pensando en un “hombre sin historia”, olvidándonos del “bien común”, dejándonos a merced de un “discurso delirante”“Si uno no tiene ningún legado simbólico, le han destruido el horizonte histórico en el que se podía reconocer, las pulsiones de muerte y las pulsiones de destrucción están en todos los sujetos. Y si al sujeto se lo captura de tal manera que deja de tener historia y lo único que escucha es lo que en el presente absoluto se mueve y eso que se mueve está todo el tiempo llamando a la destrucción y al odio”, lo que se legitima es justamente la violencia.

Tan soberbios.

Volviendo al principio, al lugar de la historia: donde en aquel entonces el “Cordobazo”, la represión, el asesinato de un diregente de prensa, la proscripción del peronismo, la persecución de sindicalistas y militantes políticos, la masacre de Trelew, los militares agudizando la violencia, un país cubierto de hostilidad, y con la mecha a punto de estallar.  No creo haga falta posicionarse, sí conocer y vernos, saber de dónde venimos, preguntarnos hacia dónde vamos. Al menos con el espejo de nuestra realidad, porque finalmente es ese el anacronismo violento que vivimos cometiendo. Porque ideológicamente se siembra haciendo y allí se cosecha, mientras se dirime en los resultados. La lógica de la intolerancia trepó a algunos sectores de la juventud, y se trasladó a distintos extremos a partir de la consecuencia política de no poder sentarse a dialogar. Incluso, dentro del mismo espacio. 

Pero la cosa sigue y un loco despeinado habla de comercialización de órganos, a ver quién es el mejor postor, mientras sucumbe a gritos, tracciona seguidores y conquista votos.  Por otro lado, una señora, quizás con problemas alcohólicos, amenaza con militarizar nuestra visión ciudadana haciendo eco, frente a la única forma posible de resolver las cuestiones sociales.  

Entonces nos escandalizamos cuando unas pibas del grupo Just Stop Oil vandalizan una obra de arte, porque ya no se aguanta más este modelo productivo, ¡ya no se puede respirar!.

No creo honestamente que vandalizar el arte sea el camino, pero sí dada la situación ambiental, me atrevo a decir que Vincent van Gogh estaría orgulloso. 

Lo cierto es que el humo nos tapó el rostro, nos negó la respiración, y mientras los humedales ardían, la política jugaba a las redes sociales. Si estamos de acuerdo en la Ley de Humedales, ¿Por qué no sale? ¿Qué botines esperan ganar?. Si hoy estamos en presencia de un hombre sin historia, sin apego y sin ninguna implicancia es por responsabilidad de la política. Violencia; violencia es mentir.

Redacción: Alán Gomez Tutau