En un rincón de Venice, California, reside Bryan Johnson, un millonario excéntrico que desafía los límites del tiempo. Su vida es una coreografía meticulosa de hábitos y prácticas dedicadas a desafiar la mortalidad.
Con 60 pastillas al día, supervisiones médicas constantes por parte de un equipo de 30 doctores, tratamientos faciales con láser, y un inusual ritual de transfusiones de sangre extraída de su hijo, Johnson se ha convertido en un referente influyente en las redes como un “influencer” de la longevidad. Su rutina, al borde de lo surrealista, desafía cualquier atisbo de pudor. Sin embargo, para él, cada actividad forma parte de una “arquitectura de longevidad” destinada a borrar los límites preconcebidos del envejecimiento. Desde el constante maratón de consultas médicas hasta su incursión en la recolección de muestras fecales para su análisis, Johnson se sumerge en un mundo de estudio y experimentación con la tenacidad de quien busca la eterna juventud.
A sus 46 años, se considera un pionero de una nueva era. En una entrevista exclusiva con infobae revela cómo un ejercicio mental lo transportó al siglo XXV, donde se le preguntaba sobre las estrategias del siglo XXI para evitar la muerte. Esta reflexión lo inspiró a emprender un camino obsesivo en busca de la inmortalidad.
Foto via Instagram: @bryanjohnson_
Su visión del presente es clara: está llevando a cabo un proyecto ambicioso para cambiar la historia humana. Su objetivo es extender radicalmente la segunda oportunidad de vida y, para ello, Johnson vive como un “atleta de rejuvenecimiento profesional”. Desde el cuidado meticuloso de cada aspecto de su cuerpo hasta la publicación gratuita de toda su información para que otros puedan seguir sus pasos, su vida es una dedicación absoluta a prolongar la existencia humana. A pesar de esta rutina agotadora y detallada, Johnson afirma ser más feliz que nunca. Compara su enfoque con el de un atleta de élite, donde su cancha es simplemente no morir. Este enfoque tan radical hacia la longevidad parece confundir a muchos, pero para él, cada paso está alineado con una meta clara: vivir por siempre.
Su día a día es una sinfonía de horarios estructurados y minuciosos. Desde madrugar a las 5:30 a.m. hasta su ritual de ejercicio, dieta y visitas a médicos, cada acción está calculada para maximizar su bienestar y minimizar el envejecimiento. Incluso durante su sueño, un dispositivo adherido a su pene monitoriza sus erecciones nocturnas, convirtiéndose en un marcador biológico para su salud sexual y cardiovascular.
Pero detrás de este hombre obsesionado con la longevidad, hay una historia pasada. Bryan Johnson no siempre fue este individuo tan metódico. Creció en una comunidad mormona en Utah, luego fundó y vendió exitosamente empresas como Braintree, pero atravesó una profunda depresión antes de embarcarse en su actual cruzada por la inmortalidad. A pesar de su enfoque obsesivo en prolongar la vida, Johnson no está solo en este viaje. Su hijo de 18 años, Talmage, se une a él en ciertos aspectos de su rutina, pero, afortunadamente, no necesita aún las terapias antienvejecimiento que su padre sigue rigurosamente.
Bryan Johnson y su hijo.En su discurso final, Johnson lanza un mensaje esperanzador. Invita a la humanidad a abrazar esta nueva revolución sin destruirse a sí misma ni al planeta, vislumbrando un futuro donde la especie humana alcance su máximo esplendor en esta galaxia.
Fuente: Infobae
